Se cuenta que la frase la dijo (la gritó, para ser más exacto) Carmen Morraya en las jornadas de Nuevo flamenco que se organizaron en Málaga, en el Café de la Marina, uno de los menos conocidos del Pasaje de Chinitas, en octubre de 1978. Lo organizaba Juan José Mendez, uno de los llamados curas rojos, profesor de la entonces Universidad Laboral de Málaga. Juan José presento a Carmen como una artista ecléctica, más del futuro que de su tiempo. Alguien, que parece ser no la conocía, preguntó si lo suyo era una suerte de fusión con otras cultura (por entonces la palabra fusión no era un término habitual del flamenco) y ella contestó antes de empezar a bailar, la famosa frase:
Lo mío no es fusión, lo mío es confusión
La frase se cita de forma distinta en algunas referencias. Hay otra versión que aparece a menudo en la literatura y que es la siguiente:
No vengo a hacer fusión, vengo a crear confusión
De una forma u otra, el dicho se hizo famoso y varios años después el Festival flamenco de Baena llevaba por título: No es fusión, sino confusión. Incluso Gerhard Steingress lo usaría para el título de unos de sus más conocidos artículos: De fusiones y confusiones (editado en Sobre Flamenco y Flamencología, Signatura Flamenco, Sevilla 2004, página 183). En él cita a menudo a Julio Caro Baroja, otro de los protagonistas indirecto de la frase, como comentaremos a continuación.
Sería ya en 1997 cuando el grupo Ketama resumía la frase en una palabra: Kon-fusión que daría nombre a su célebre album.
Volviendo a Carmen, tenemos constancia de la verdad de su frase, por uno de los testigos de aquellos encuentros, el hispanista Gerald Brenan. Brenan ya era conocido mundialmente por aquél entonces y vivía en Alhaurín el Grande. Lo narra así en una de las cartas a Julio Caro Baroja, escrita pocos días después:
[...] tuve ocasión de conocer y saludar a una de las figuras más atípicas del flamenco andaluz, Carmen Morraya. No la había visto antes, pese a que entonces ella tenía ya una edad avanzada. En varias ocasiones cortó al presentador, Juan José Mendez, que ponía más voluntad que conocimientos. Era un activista social, que había llegado llegado al flamenco para revindicarlo. A mitad de la presentación de Carmen, cuando hablaba de que su estilo recogía fuentes ajenas al flamenco, alguien de la primera fila (creo que Manuel Larios) preguntó si lo que ibamos a ver era fusión entre el flamenco y los bailes orientales. Carmen cortó la pregunta, cortó al presentado, gritó
'lo mío no es fusión, lo mío es confusión' y se puso a bailar.
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